Ezequiel era un sacerdote en el Templo cuando los Babilonios capturaron Jerusalén y exiliaron a los ciudadanos líderes en el 597 A.C. Aproximadamente de cuatro años más tarde, Ezequiel recibió su llamado del Señor y profetizó por los siguientes veinte años cerca de Babilonia. Los escritos del profeta marcan un punto de cambio en el género. Las visiones armonizaban con las proclamaciones. Mientras sus contemporáneos lo miraban con curiosidad, las generaciones siguientes ganaban fortalezas de sus discursos reflectivos y afectivos. El libro de Ezequiel guió-directamente el estilo apócrifo de Daniel, Revelaciones, y otros escritos inter-testamentales en el Judaísmo y el Cristianismo.
En estos pocos versos, Ezequiel realizó su llamado. El estaba para ser el vigía de las puertas de la ciudad. Como otros guardianes, el llevaría las noticias y órdenes del Rey. A diferencia de otros guardianes, el no era el portero que permitiera el acceso de los amigos del Rey a la ciudad, manteniendo a sus enemigos a distancia. Ezequiel estaba para traer a los pecadores al arrepentimiento. El llamó a los que vivieron en la ciudad de Dios (la comunidad) a que regresaran.
Hay un poder en los números. Pero para la Iglesia, no estamos hablando del número de cabezas, pero sí de la cantidad de corazones sinceros y arrepentidos. Si oímos a los guardianes de Dios, como Ezequiel, nuestra presencia hará la diferencia. Porque nosotros mostramos a otros la clase de Dios que seguimos y el tipo de gente con quienes nos asociamos.
Cómo te llama Dios a ti para el cambio? Qué áreas de tu vida necesitan atención? Quién te ayudó a oír el llamado?
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